dijous, 20 de novembre del 2008

En Xavier Valbuena torna de Groenlandia ... la seva propera etapa, el Pol Sud





Avui "penjo" l'escrit i les fotos que m'ha enviat l'amic Xavi, tot un exemple de com es poden superar les adversitats, de com s'ha d'afrontar la vida. És una sort poder tenir un company com aquest al teu costat, dia a dia. Espero que pugui arribar al seu somni ... al Pol Sud i segur que després d'aquest en tindrà un altre de somni ... els que el coneixem, ho sabem ...

Hola a todos y todas,

Todavía no hace una semana que regresamos de Groenlandia y ya añoro  los hielos árticos ;-). Adjunto algunas fotos pero podéis ver nuestro  álbum fotográfico completo en:


¿Qué puedo deciros de nuestra experiencia en Groenlandia? Básicamente  que ha sido la prueba definitiva de que estamos preparados para el  viaje al Polo. En la Antártida pasará lo que tenga que pasar, pero  partimos con un gran optimismo, que no es poco.

No obstante, no ha sido fácil. Particularmente afrontaba el viaje a  Groenlandia como una verdadera prueba de fuego, con muchos  interrogantes por resolver: ¿cómo respondería la prótesis? ¿podría  esquiar en el hielo de forma parecida a como lo hacía en la arena?  ¿cómo afrontaría el frío? ¿podría alcanzar una velocidad de marcha  compatible con la de mis compañeros? ¿sería una carga?

En el fondo lo que necesitaba era convencerme a mi mismo de que era  capaz. Desde mi punto de vista, más allá de lo físico y de lo  técnico, se trata de una cuestión de fe. Necesitas creer que algo es  posible para poder llegar a hacerlo. Yo viajé a Groenlandia con  buenas sensaciones, pero sin estar plenamente convencido de mis  posibilidades reales en el Polo Sur.

Ahora puedo decir que, gracias a la dedicación de este último año, y  sobre todo gracias al magnífico equipo del que formo parte, me siento  capaz de afrontar el reto.

No creáis que fue fácil, tuve que luchar contra los fantasmas de la  mente. Concretamente, el primer día lo vi negro, muy negro, hasta el  punto de llegar a estar plenamente convencido de que jamás llegaría  al Polo Sur. Los desencajes inexplicables de la prótesis, los  nervios, la novedad de un entorno apabullante, la lejanía de los  seres queridos, yo que sé... Tuve que aplicar todo tipo de técnicas  de meditación y autocontrol para evitar un hundimiento que visto  ahora me parece absurdo y sin sentido. Creo que fue un proceso que  tenía que pasar. No llegué a comentarlo con el resto de  expedicionarios, no hizo falta, aunque sé que si los hubiera  necesitado hubiera tenido todo su apoyo. Al fin y al cabo ¡somos un  equipo!

La crisis apenas duró unas pocas horas, y desapareció por completo al  anochecer, cuando montamos el primer campamento. Para mi fue básico  descubrir que hay confort al final del día. Que, desde el punto de  vista psicológico, no se trata de un megareto de 20 días, sino de 20  grandes retos de un día de duración cada uno de ellos. Saber que, por  duro que sea el día, te espera descanso y el calor del fuego y de la  compañía fue para mi todo un descubrimiento y, desde mi punto de  vista, una de las claves de mi recuperación total en ese momento y de  
la confianza absoluta que tengo ahora respecto del éxito de la  expedición al Polo.

A partir del segundo día y siguientes todo fue maravilloso,  fantástico, sin que de hecho se produjera un cambio importante más  que en mi interior. De hecho, días después tuve una vivencia que fue  todo lo contrario de  mi desánimo inicial.

Ocurrió uno de los últimos días, durante la última media hora de la  jornada. Ese día me encontraba físicamente bastante cansado,  llevábamos casi siete horas de marcha efectiva, y la verdad es que  esperaba con anhelo el montaje del campamento. En ese momento pasé a  
liderar el grupo y sin ninguna causa aparente me transformé. Guié al  grupo a través de un paisaje helado arrebatador tan sólo iluminado  por la luz de una luna llena inmensa cercana al horizonte. Me  reconocí uno con la naturaleza que me rodeaba y, aunque parezca una  tontería, me sentí parte de la nieve, del cielo y de los astros.   Simplemente fluí... y a toda velocidad.

Se trató realmente un momento mágico, casi místico, en el que me  sentí poseído por una fuerza física y mental sobrehumana. La verdad  es que todavía no me lo explico. Fue el momento perfecto, uno de esos  destellos de plenitud total que tenemos la suerte de vivir muy de  tanto en tanto.

Reitero mi agradecimiento a mis compañeros expedicionarios, al resto  del cada vez más numeroso equipo de Pol Sud Sense Límits Obra Social  "la Caixa" y, por supuesto, a todos vosotros y vosotras que habéis  tenido la paciencia de leer hasta el final ;-).

Un abrazo bien fuerte,

Xavier Valbuena
Pol Sud Sense Límits Obra Social "la Caixa"